¿Qué es eso? Sí es espantoso ruido, ¿Qué es? Su tic tac me esta exasperando, me ha obligado a abrir mis ojos. Lo primero que veo es una pared lisa y de color pálido, no siento nada, no tengo memoria de nada ni siquiera de quien soy… no, un momento siento como si lo supiera solo que no lo recuerdo. Me levanto lentamente y estoy sentada encima de una caja de madera adornada sobriamente, esta tiene el tamaño de una persona. De repente algo me dice lo que es y de pronto un frio recorre mi plasmático cuerpo, podría ser, pero ¿Cómo?, lentamente me acerco a la parte superior de la caja y hago algo sorprendente algo que no creí posible hacer, la atravieso con mi cara y puedo ver su interior. Si allí estoy, bueno allí esta mi cuerpo inmóvil, frio, y pálido, es curioso no pensé que era posible lucir mas pálida que de costumbre.
Saco mi rostro fantasmagórico fuera del ataúd. Miro aun lado y a otro y aun no distingo a nadie solo veo un montón de sombras. De repente diferencio algo o a alguien, por su postura sumida y sombría y quebrantada supongo que es mi padre su cara refleja una terrible zozobra, de sus ojos brotan barias lagrimas, lagrimas que hasta donde recuerdo nunca en mi vida vi, con o si razón. Giro mi cabeza y veo a otra figura si ella debe ser mi madre, su fortaleza es sorprendente. Sin embargo no me dejo llevar por la engañosa postura de aceptación sus ojos están rojos e hinchados, tal vez para ese momento no tangan más lagrimas que soltar. Su cuerpo se ve tan indefenso tan frágil en ese vestido azul oscuro que cubre hasta sus rodillas. Ahora que lo pienso tal vez tuve hermanos… no definitivamente no, nunca tuve hermanos.
La sala parece estar dividida en dos partes principalmente y con razón la familia de mi madre en su mayoría no soporta a la de mi padre, y a decir verdad creo que el sentimiento es mutuo. La división es aun mayor cuando veo que realmente la gente que me quiso y me apoyo está totalmente derrumbada, sus caras están casi desfiguradas por el dolor, mis tías paternas, mi primo, se comunican entre sollozos, mi abuelita a pesar de todo comprende en cierta manera lo que sucede y una lagrima se escapa de su hermosa y sabia mirada. Mientras al otro lado de la sala mis tíos por parte de mi madre, si es que se les puede decir a si, se encuentran sentados conmovidos por la noticias, tal vez se sienten ciertamente culpables por la indiferencia y la frialdad de los últimos años.
Mis primos están en shock pues la historia se repite, pues hace pocos meses atrás otra prima un que no tan cercana había muerto. Ellos tenían la intención de que fuéramos más unidos pero eso se quedo así en propósitos y tal vez por eso su llanto era inconsolable. Sigo buscando caras conocidas y me detengo en un grupo de individuos, que curiosa y sínica puede ser la gente. El grupo está compuesto por varios hombres y mujeres, pero yo realmente a ninguno de ellos los recuerdo con claridad. Tal vez sea porque eran las personas que me decían que me habían conocido así de pequeñita y hacían un gesto con la mano como si estuvieran pivoteando una pelota de basquetbol. A mi parecer era un grupo repudiable de gente, que solo vienen con ansias de saciar su set de chisme y a dejar sin tinto ni agua aromática a la funeraria. Porque en ellos no se veía ni un atisbo de pena ni dolor, estaban allí con la escusa de acompañar a mi familia.
Sigo con mi travesía a través de los pasillos y me encuentro con varios de mis compañeros de universidad, ellos precian estar en una especie de desfile de ropas sobrias, pañuelos y lágrimas. Me giro y entro a un pequeño lugar, miro y me detiene una figura familiar, ella sostiene unas flores y una carta. Natalia está arrodillada en frente de la capilla orando por mi alma, y unas tímidas y lánguidas lágrimas surcan sus facciones, para caer sobre sus oscuros pantalones. Junto a ella se encuentra una de mis mejores amigas, Maridelma. Ella sostiene en sus manos una rosa de color salmón brillante con la que ahora que recuerdo, decía que me representaba y que si faltaba ella le recordaría mi presencia.
La puerta se mueve y desprende un quejumbroso chillido y allí aparecen mis otras amigas Catalina y Lizette. Mi cara translucida a pesar de no poder expresar muy bien los sentimientos hiso una pequeña mueca de sorpresa, pues ellas tenían en sus manos un pequeño arbolito y todos los libros de Harry Potter. Me quede pensando por unos instantes el porque de esto y recordé una promesa que hicimos: que si se moría una de nosotras plantaríamos un árbol para recordarla y para en él se representara nuestro ser místico. Y tal vez pensaron que me aburriría un poco en el mas allá y por eso me traían un poco de lectura liviana, como le solíamos llamar.
Decidí seguir me recorrido y me deslice hacia delante, traspasé la puerta por donde minutos antes habían entrado mis dos amigas y fue así como terminé de comprender mí ser evanescente. De repente me encuentro cara acara con Andrés uno de mis mejores amigos. Él sostiene una cajita algo curiosa y en su interior un muñeco vudú. Mi desconcierto y extrañeza crecía, me acerque a él y le escuche decir entre dientes que planeaba encerrarme allí, pues no merecía morir tan joven, y que de esa forma seguir existiendo en el plano terrenal de una u otra manera. Y que tal vez si me placía podría cuidar sus peluches si quería.
Me quede meditando sus palabras en verdad la propuesta no era del todo mala, sin embargo sentía como si aun me faltara algo o alguien a quien encontrar y por mas que intentaba recordar no conseguía saberlo. Me eleve por encima de Andrés, y recorrí por ultima vez el lugar en su búsqueda, cuando estaba terminando el recorrido me acordé de esa persona por la cual sentí amor en vida. Sí él no estaba hay, solo vivía en mi vago recuerdo. De mis pensamientos me saco la vos de mi madre quien llamaba a todos para rezar el rosario por mi alma. Y así con una última mirada dirigida a ella, a mi padre, a mis seres queridos y mis amigos me desvanecí para siempre, esperando verlos en el mas allá, en el cielo o tal vez en otra reencarnación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario