sábado, 21 de agosto de 2010

La piedra

Una mañana, tras una larga, tortuosa y tormentosa pesadilla, Daniela se despertó convertida en una mal forma y esplendida piedra. Estaba tendida sobre su duro y compacto organismo y, al mirar el lugar en donde debía estar su cuerpo se vio sumergida en las profundidades de sus propias entrañas. En vez de tronco, brazos, piernas u algún otro órgano se encontró con que era iridiscente y sus divertidos y curiosos colores estaban rodeados de una inmensa transparencia, desde la cual pudo ser consiente de que aun estaba en su habitación.  Quiso gritar, quiso salir corriendo, pero no pudo; ¿Habría muerto?...

Deseó despertarse de aquel sueño tan insólito y se encontró con que era realidad. Contemplo su habitación, en busca de algo que le indicase que esto era una mala jugada de su subconsciente, causada por el cansancio y continuo estrés con el que debía vivir. Pero… ¿era su habitación? sí, efectivamente lo era y para su lamento carecía de algo engañoso. Todas sus cosas estaban en el lugar que ella les había impuesto, allí, inmutables, sombrías, aterradoras.

 Todo le era familiar pero a la vez recóndito, tan frio, tan solido, incluso ella; sólo aquel ruido constante e incansable le hacia ser consiente de su propia presencia y la ausencia de lo que la diferenciaría de un objeto su corazón, ese que le daba vida. Maligno objeto que marcaba las 6: 30 de la mañana, había logrado sobrecogerla en un sentimiento de zozobra, impotencia y desesperación.

De repente, la manivela de la puerta se giró, sólo para dejar a la vista la cara de desconcierto y desolación de sus padres. Su madre que al parecer ya había ingresado al cuarto con anterioridad, se acercó a la cama con el rostro envuelto en lágrimas y la señaló. Su padre se arrimó cautelosamente y la  tomó entre una de sus manos, mientras la otra sostenía una hoja que yacía a su lado; una exclamación seguida por un reproche: no, no es posible, como es posible, su hija, su única hija, se había ido para nunca regresar. Sólo quedaban aquellos vestigios, la hoja, que sabe Dios que decía y aquella exquisita piedra, para hacerles compañía.

La delgada línea blanca

Hoy es el día, el tan anhelado  día, después de miles de prácticas, de tropiezos y aciertos, mi suerte estaba echada. Dentro de unos momentos subiría a ese amplio espacio azul, acolchonado, delimitado por una delgada línea blanca. Sí el sitio que una vez fue mi amigo, mi refugio,  estaba apunto de convertirse en la arena de batalla. De repente escucho mi nombre retumbar dentro de aquel espacio, me  invito a moverme pero mi cuerpo parece estar plantado en el suelo, logro levantar mis piernas que para ese momento me pesan toneladas, camino unos escasos 10 pasos para cuando estoy al borde da la pedana. Al parecer la extraña sensación de pesadez se ha ido quedando con cada paso dado, sin embargo aun en mi estomago siento como un ejército de mariposas van de aquí para allá.  

Respiro hondo y pido a Dios que me ayude, mientras mi pie toca  la tela azul que recubre el escenario. Camino en punticas como es de costumbre, levanto mis brazos y saludo a los jueces y al público y me dirijo a una de las esquinas y tomo la posición inicial. Para ese momento sentía que me temblaba todo y mantener la sonrisa era cada vez más difícil, mis manos estaban gélidas mientras notaba como todas las miradas estaban posadas en mí.

De repente suena aquel ¡pup! tan conocido, instantes antes de que inicie la melodía que durante 3 minutos acompañaría mi ejercicio. Así comencé la coreografía que había ensayado uno y otra y otra ves. Nunca me había parecido tan difícil, sin embargo mis nervios parecían hacer cosas maravillosas, ya que aunque me dominaban e impedía siquiera que escuchara la música con la realizaba la rutina, hacían que hiciese a perfección cada figura, mi flexibilidad mejoró y hasta parecía saltar más alto. Cada segundo parecía una eternidad a mi forma de ver todo estaba paralizado en cuanto a tiempo y espacio lo único que se movía era mi cuerpo, mi cabeza estaba en blanco y de vez en cuando me preguntaba que sigue, sin obtener una respuesta, sólo mi cuerpo se movía sinérgicamente como guiado por unos hilos mágicos.

Por fin la última secuencia de ejercicios, la mas difícil, y si salía bien, la más llamativa y posiblemente la que haría que los jueces me dieran un 8. De repente y en el antepenúltimo salto mi  pie toca aquella reluciente y delgada línea blanca. Fue allí cuando sentí como un corrientazo subía a través de mi pierna, por mi columna vertebral y terminaba de anular los últimos sentidos que me quedaban. Me impulse hacia tras para hacer la ultima figura y quedar en mi posición final. Pero nada de lo que había hecho o hiciera podría recuperar lo que hice en ese pequeño instante, el daño ya estaba hecho, mi sueño de la calificación de 8 se desvaneció por milésimas de segundo.

Termine en una posición dramática apenas como para el momento mi espalda estaba arqueada hacia atrás mientras uno de mis pies tocaba mi cabeza y el otro hacia un pequeño triangulo con el suelo. Me levanté lentamente, mientras mis ojos se empezaban a nublar por las crecientes ganas de llorar, pero no podía permitir que eso terminara  de acentuar mi error. Saludé nuevamente al público y al jurado y Salí de la pedana. Parada en la esquina mi entrenadora me miraba y me decía que no me preocupara que había salido muy bien y que por ese acontecimiento la amonestación no era tan dura. Pues si me hubiera salido en vez de pisar la línea hubiera sido peor. Con cierto recelo y nerviosismo si es que para ese momento me quedaba alguna célula nerviosa viva esperé el resultado.

Nuevamente mi nombre retumbo entre las paredes del recinto pero esta vez seguida de las puntuaciones obtenidas. Al final no obtuve el 8 que esperaba, pero me conformaba con el 7,56 que me dieron, como había dicho el daño ya estaba hacho y la amonestación fue de 0,4 lo suficiente como para quitarme las esperanzas de estar entre las ganadoras. Pero al parecer no todo estaba perdido porque al final de la tarde obtuve la medalla de bronce en suelo y otra en salto pero esta vez fue de plata. Aunque no fue la proeza del día, ni el nuevo talento de la gimnasia aquellas cosas metálicas, redondas y brillantes hacían que mi corazón se reconfortara. Y algo me decía en mi mente tranquila esta fue tan solo la primera vez.

martes, 17 de agosto de 2010

La historia de un nombre

Eliana entra a un pequeño café ubicado en una esquina céntrica de su ciudad. Se acerca lenta y pesadamente al mostrador, su avanzado estado de embarazo le impide moverse con ligereza y destreza. Una vez frente al aparador lo inspecciona con mirada juguetona, pasando de una golosina a un panecillo y de éste una rosquilla. Luego de un corto momento levanta la cabeza y se dirige al empleado del café: -quiero un pastel de pollo y una malteada de vainilla- dice.




Y se dirige a una mesa que está al lado de una de las ventanas del recinto, donde pretendía mirar a la gente pasar mientras disfrutaba de su merienda. Sin embargo, lo que atrae su atención es el televisor que se encuentra ubicado en la esquina que queda justo en frente de ella. Eliana mira el aparato, se concentra en lo que proyecta, es como un librero de novelas de acción. Cuando llega el empleado con su pedido, Eliana le agradece y cancela inmediatamente.


Para estar más cómoda ella decide quitarse los zapatos. Sube sus pies en la silla del frente, pues no tolera un momento más el dolor y la hinchazón de sus piernas. Así permanece largo rato, alrededor de una hora, cuando se da cuenta por las luces de los carros y los pequeños faros de la calle de que ya es de noche. Con suavidad baja los pies de la silla y se calza mientras con un gesto alegre levanta la mano y se despide del empleado.


Eliana sale del pequeño café a eso de las 7:00 p.m., camina hasta la avenida más cercana y allí para el bus que la lleva hacia su vivienda. Preocupada por la hora y porque su esposo ya debía haber llegado a su casa, Eliana se baja del bus antes de tiempo, por lo cual se ve obligada a caminar más o menos siete cuadras. Ya lleva un pequeño tramo del trayecto cuando decide coger un pequeño atajo. Un callejón muy transitado de día, pero que después de las 7:30 pm está desolado.


Eliana camina un poco insegura por el estrecho camino, cuando un joven da vuelta en la esquina y entra al callejón. El hombre, que es alto, desgarbado y lleva puesta una chaqueta desgastada y roída por el uso se acerca cada vez más a Eliana. Ella como puede y a lo que sus piernas le dan intenta acelerar el paso, pero no lo consigue. La angustia va creciendo cada vez más y más, ella no lo había notado antes pero el joven lleva un paquete extraño en la mano. La angustia se convierte en temor, el temor en desesperación y es en ese momento, cuando sin aviso previo llega un dolor intenso y punzante a su vientre, tan intenso que la obliga a doblar y a casi caer al piso.


Para cuando Eliana comprende lo que le está pasando e intenta sobreponerse, aquel joven extraño y de presencia sospechosa está encima de ella. –Señora, se encuentra bien, mi nombre es Mauricio, ¿Qué le sucede?, ¿En qué le puedo ayudar?- le dice. Ella entre dientes, entre el asombro, la duda y el dolor, le dice que necesita con urgencia ir a un hospital.


Cuando Eliana vuelve en sí está en la sala de maternidad, su voluminosa barriga ha disminuido en tamaño y siente como si se hubiese liberado de un gran peso. Gira su cabeza, a su lado en una pequeña cuna reposa su pequeño hijo. Mientras a la distancia, en las sillas de la entrada, ve a su esposo y al joven que le salvó la vida a ella y a su bebe, conversando animosamente. Y desde ese momento Eliana supo que nombre debía llevar su pequeño hijo.

lunes, 16 de agosto de 2010

La jungla de cemento y piedra

Intenté balancearme en esas lianas grises que cuelgan horizontalmente, pero al tocarlas pasó por todo mi cuerpo un fuerte cosquilleo y caí al suelo… (No volví a intentarlo). Son muy distintos los arboles también, son grises como sus lianas pero muy duros y sin ramas ni hojas.




Desde que me trajeron de la selva estos animales que son iguales a mi y de una raza que yo creía casi extinta y de la que para mis amigos yo era el único sobreviviente; no han hecho mas que mirarme como a un bebe gorila recién nacido, parece que es por mi vestimenta; lo cual no entiendo. No he podido saber para que funcionen esas cosas de colores y forma extraña que se cuelgan los machos en el cuello; pero parece que es algo que usan estas hembras para dominarlos; Quisiera que mi madre estuviera aquí, ella siempre lo sabe todo.


Tengo muy pocos amigos aparte de Jane; pero ninguno aquí, en esta jungla que ellos llaman ciudad, es libre.


Quiero volver…


No he encontrado ningún lago aun; bueno… hace dos días encontré un rio pero totalmente sucio, y lleno de cosas que veo comer a estos extraños animales; no había conocido antes a la raza humana pero espero que solo Jane y yo vallamos hasta mi selva, pues no me gustaría verla así.


He tenido que bañarme en un lugar muy pequeño que se asemeja a una cascada, pero con muy poco agua, Jane me dice que es normal, pero no puedo nadar ahí, solo puedo estar de pie.


Quiero volver…


No me ha gustado este lugar, pero Jane parece estar muy feliz, así que me voy a quedar un poco mas; Terk y Tantor deben estar bien…¡ tengo que contarles todo lo que he visto aquí!... para que jamás vengan.


Todos estos animales parecen muy ocupados, todo el tiempo están corriendo, parece que Kershan los persiguiera, pero no creo, ni a él le gustaría este lugar.


Estoy muy triste y enojado paseé con Jane en algo que ella llama auto, que es algo que te come, corre muy rápido y cuando quieres se detiene y te deja salir; fuimos a un lugar horrible, habían varias jaulas y muchos animales de los que me hice amigo rápidamente, pero me enfureció saber que estaban todo el tiempo allá; tienen muy poco espacio y muchos de estos malvados animales llamados humanos llevan a sus crías a verlos. Estoy planeando algo, no puedo dejarlos acá…


Jane y yo entramos anoche a ese lugar que ella llama zoológico; que para mi es una cárcel. Y liberamos a todos mis amigos, ellos me dicen que van a estar bien y es muy cómico ver a estos tontos humanos tratando de capturarlos.


Estoy feliz ahora ya voy a volver con Jane a mi hogar, algunos amigos han decidido venir con nosotros, espero que ni ellos ni yo tengamos que volver aquí jamás.


 
Nota: es una historia que parte de Tarzan, versión Disney.

sábado, 7 de agosto de 2010

Koyaanisqatsi

FICHA TECNICA DE LA PELICULA

* Titulo original: Koyaanisqatsi
* Año: 1982
* Duración: 87 minutos
* Dirección: Godfrey Reggio
* Producción: Godfrey Reggio
* Guión: Ron Fricke, Michael Hoenig, Godfrey Reggio y Alton Walpole
* Fotografía: Ron Fricke
* Música: Philip Glass
* Edición: Ron Fricke y Alton Walpole
* Argumentos: documental con paisajes sobre los que aplica la música
* Premios: Los Angeles Film Critics
* Formato: Color
* Género: Documental


Koyaanisqatsi: Ko.yaa.nis.qatsi (del lenguaje Hopi): 1. Vida enloquecida 2. Vida en confusión 3. Vida en desintegración 4. Vida desequilibrada 5. Estado de la vida que clama por una nueva forma de vivir.

Koyaanisqatsi, la vida desequilibrada es sólo el principio de la trilogía QATSI de la que en cada nuevo capítulo ahonda en la sensibilización sobre nuestro mundo. POWAQQATSI, la vida en transformación (1987) es la segunda y que tras casi tres lustros llega a la tercera parte, NAQOYQATSI, la vida en guerra (2003).

webgrafia:
http://www.terra.org/articulos/art01203.html

Opinión personal:

Koyaanisqatsi es un viejo vocablo de los indios Hopi que expresar la idea de “vida fuera del equilibrio”.  La película se inspira en las profecías Hopi, que dice que, “excavar las riquezas de la tierra es cortejar el desastre” que “al acercarse el día de la purificación se tejerán telas de araña de un extremo al otro del planeta” y finalmente que “podría ser que algún día sea arrojado del cielo un receptáculo de cenizas que queme la tierra y evapore los océanos”. 

Con estas ideas la película trama un escenario narrativo apoyado en una técnica cinematográfica de aceleración de las imágenes hasta crear un verdadero efecto de vértigo al espectador. Esta película me pareció regular al lado de sus segunda parte, claro que hay que aclara que para la época que se hizo fue un gran logro cinematográfico; sin embargo, hay que destacar la buena fotografía, el manejo del tiempo en las escenas y su gran banda sonora. 

Esta película maneja a la perfección el significado de la palabra  Koyaanisqatsi, constituyendo las incesantes riadas humanas deambulando por las calles, con rostros perdidos en el infinito, subiendo escaleras mecánicas como si la tierra nos vomitara. Entre máquinas de guerra y aviones que parecen mezclarse con los coches en autopistas  tan anchas como campos de fútbol.  Edificios que desafían al cielo. Conteos de billetes por máquinas automáticas. Cadenas de montaje de máquinas de alimentos, todo circulando como si nunca nada se detuviera. En general es una buena producción, a pesar de que su parte visual es un poco pesada para el lector- televidente.

jueves, 5 de agosto de 2010

La silenciosa pero indispensable letra H

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Un día, la H se cansó de pasar desapercibida y de ser la más callada de la clase. Estaba aburrida de que sus únicas amigas fuesen las vocales, ya que siempre andaban en grupos de 2 o 3 y todo el tiempo sobraba alguien.



Así que decidió hacer lago… Pensó y pensó, hasta que… -¡EUREKA! -chillo emocionada. -Ya se que voy a hacer, voy a aparecer en todas partes-dijo.


-Noh fastidies más, haces hestorbo- decían las demás letras hal ver la se hentrometida en todos lados, - vete donde tus hamigas las vocales hellas son las húnicas que te soportan-.


Triste, por la hipocresía de las consonantes la H, estallo en llanto. -¡buahhhh, BUAHHHHHHH!-, loro y lloro, hasta que sus ojos se hincharon por completo.


Cuando por fin cesó su llanto la H, se puso en pie y a tientas busco a sus amigas. Mientras trastabillaba yendo de aquí para allá, sin darse cuenta chocó contra Hugo, un hermoso hipocampo.


Hugo, muy amable y de buen humor se compadeció de la pobre H y le dijo: - si quieres te llevo con tus amigas las vocales-.


Asintiendo con la cabeza, la H saltó sobre Hugo, quien relinchado comenzó a cabalgar sobre la verde y fresca hierba. Y en menos de un santiamén llegaron a “Hiato House”


-Muchas gracias- dijo la H, despidiéndose de su nuevo amigo y arrepentida entro a casa.


- Y… …yo… … metí la pata- dijo mientras las vocales sonriendo le dieron un gran abrazo.


 


Nota: esta historia está hecha teniendo en cuenta las reglas ortográficas de la letra H y está pensada para pubico infantil.

Un lobo muy hambriento

Eran más o menos las nueve de la mañana cuando me desperté de un largo y poco confortable sueño. Luego de un rato de estiramiento me dispuse a pasear por el bosque a ver que bocadillo encontraba. Llegue a orillas del rió y comencé a beber, a ver si así por lo menos calmaba aquella tormentosa y agobiante sensación de hambre, pues haciendo cálculos ya llevaba como tres lunas sin comer, sabe Dios que patraña había en el bosque pues no se veía, ni se olía o escuchaba ni siquiera un ratoncillo.


Estaba hay inmerso en mis pensamientos, cuando mis orejitas me indicaron que alguien se acercaba. Ese sonido, si ese sonido aunque tenue es inconfundible. Eran pasos de un humano, pisadas inquietantes y destructivas. Y esto complementado con una intolerable cancioncilla que retumbaba en mis orejas como si fueran grandes timbales. A pesar de esto, eso significaba comida así que me dispuse a averiguar de donde exactamente provenía esa voz y a quien pertenecía.


Me acerque cuidadosamente, asegurándome de que mis patitas hicieran el menor ruido posible. La encontré en un claro al lado del camino recogiendo flores, era una niña pequeña pero sin ninguna duda seria un gran aperitivo. Me escondí detrás de unos arbustos y espere a que estuviera cerca. Si embargo me dio curiosidad saber que hacia en el bosque y así pensé enfatizar un poco con mi víctima.


Entonces Salí como quien no quiere la cosa y le pregunte con voz amable, suave y embelesadora: - que hace una linda niña como tu sola en medio del bosque, en un día tan esplendoroso como este?- A lo que desprevenida la niña me respondió: -le llevo golosinas, frutas y manteca a mi abuelita que se en cuenta sola y enferma-. En ese instante se me ocurrió una esplendida idea, esto será mas fácil que matar dos pájaros de un tiro me dije y así volvía preguntar: - ¿donde vive tu abuelita?, dime y así podría ir yo también a visitarla-. A lo que respondió la ingenua niña: -su casa se encuentra justo al final del bosque-.


Sin pensarlo dos veces decidí enviar a la pequeñas por el camino más largo para poder realizar mi maravillosa estratagema. Le dije por ultimo: - si quieres llevarles flores realmente hermosas a tu abuelita y llegar más rápido toma ese camino, en el cual abunda las flores y las frutas silvestres-. Contenta, por lo que ella pensaba le iba ahorra un buen tramo de camino, además de poderle hacer un maravilloso ramo a su abuela se fue por aquel camino sin dudarlo siquiera.


Me despedí cordialmente y me encamine a la casa de la abuelita, a lo que daban mis patas y mi escasa energía. No podía dejar de pensar en el gran banquete que me iba a dar, ya casi lo podía saborear y se me hacia agua la boca. Al poco tiempo llegue a una casita con grandes ventanas desde las que pude observar a la abuela y por la que me colé cautelosamente. Cuando se acerco a cerrar la ventana me la engullí sin pensarlo dos veces, a pesar de que su carne no era tan jugosa y estaba magra.


Rápidamente corrí a esconderme bajo las sabanas de la cama de la abuelita y me puse su gorro para dormir. Supe por mi nariz y por mis orejas que la niña no estaba muy lejos a si que pe dispuse a esperarla, mientras imaginaba lo tiernas y dulce de su carne.


Cuando llego golpeo la puerta con suavidad y pregunto con esa voz insoportable y chillona: -abuelita ¿estas ahí?-, como pude importé mi vos para hacerla mas decrepitante y suave, y respondí:- si queridita, sigue-. La niña que era más tonta e ingenua de lo que pensé, me miraba con cierta curiosidad y extrañeza, pero aun así no notaba el engaño. Torpemente se acercaba a mí y comenzó hacer una serie de absurdas preguntas.


La niñas decía: -¡oh!, abuelita. ¡Que manos tan grandes tienes!-. A lo que yo respondí: -son para acariciarte mejor-. La intolerable niña seguía haciéndome preguntas con respecto a mi fisionomía, mientras yo repondría lo que se me ocurriera pues solo esperaba el momento en que se acercara lo suficiente para podérmela cenar.


No aguantando más sus incesantes cuestionamientos, deje que pronunciara sus ultimas palabras que fueron: -abuelita, ¡que dientes… que dientes más grandes tienes!-, a lo que respondí: -son para comerte mejor- y me la trague de un solo sopapo. Su carne, como había pensado 3ra más tierna y jugosa, fue todo un gusto ese gran banquete el que medí a cuesta de esa ingenua niña.


Luego de semejante comilona incluso podía invernar, así que me dirigí a mi cueva a descansar, y como dicen popularmente: -estomago lleno corazón contento-.




Nota: esta es una adaptacion del cuento de caprusita de Perrauld, desde el punto de vista del lobo.

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