miércoles, 22 de septiembre de 2010

Guerra de o por recursos

 Actualmente, los enfrentamientos políticos de la Guerra Fría han sido reemplazados por la inmensa y caótica lucha por las materias esenciales, como los combustibles, la madera, los minerales y el agua potable. También hemos podido notar la influencia del petróleo en los asuntos internacionales a partir de la Segunda Guerra Mundial y revela las doctrinas Truman, Eisenhower, Nixon y Bush en la materia.

Guerras por el petróleo, guerras por el agua, guerras por tierras, guerras atmosféricas: esta es la cara verdadera de la globalización económica, cuyo apetito de recursos naturales supera los límites de la sostenibilidad y la justicia. Donde hay petróleo hay conflictos. No importa en qué medida la apariencia de una guerra de culturas aparezca vinculada a las invasiones a Afganistán e Iraq (y a la amenaza de una acción similar en Irán), porque la realidad era y es que se trata de guerras por el crudo.
A partir de la invasión a Irak, el gobierno norteamericano ya decidió cuál va a ser su fuente energética que ponga en marcha su creciente industria en el próximo medio siglo: el petróleo. La constante inestabilidad de la región por acción de la resistencia irakí, el enfrentamiento interno entre sunnitas y chiítas, la reanudación de la actividad nuclear por parte de Irán, el conflicto palestino israelí, la presencia de grupos extremistas musulmanes y la actitud de los desafiantes gobiernos de Siria y Líbano precipitaron a Washington a buscar su fuentes energéticas en el Mar Caspio y en Asia Central.

La primera consecuencia de un ataque estadounidense contra Irak en el mercado petrolero será la de un incremento de los precios. La cotización se dispararía. Tras una guerra corta y un cambio de régimen en Bagdad (Irak), el mercado petrolero será básicamente “más predecible, estable y seguro, y los precios serán más bajos”.  Y todo por la importancia estratégica que tiene el petróleo para los EE.UU., los mayores importadores de crudo del mundo, y el hecho de que Irak tenga las segundas mayores reservas probadas del mundo, 112 mil millones de barriles.

La invasión y ocupación de Iraq por las tropas de EE.UU., apoyadas por el Reino Unido, España y una coalición de países aliados provocó en ese país árabe una tragedia humana sin precedentes. Con el supuesto objetivo de derrocar al gobierno de Saddam Hussain e instaurar la democracia, y asegurarse el control geopolítico de la zona y sus reservas energéticas fue desatada esta guerra. Más de un millón de iraquíes han muerto a causa de la guerra, alrededor de cinco millones están desplazados de sus hogares y muchas ciudades de ese país del Medio Oriente terminaron en las ruinas.

También el agua se está convirtiendo en una fuente de guerras en la medida en que es privatizada y se ha convertido en mercancía. Grandes represas desvían el agua de los sistemas naturales de drenaje de los ríos. Alterar el flujo de un río también modifica la distribución del agua, especialmente si eso implica las transferencias de agua entre varias cuencas. Estos cambios provocan a menudo disputas entre estados o provincias que rápidamente degeneran en conflictos entre gobiernos centrales y naciones.

Cada río en la India es motivo de importantes e insolubles problemas sobre la propiedad del agua y su distribución. En el continente americano, el conflicto entre Estados Unidos y México por el agua del río Colorado se ha intensificado en años recientes. Las aguas de los ríos Tigris y Eufrates, que han sostenido a la agricultura durante miles de años en Turquía, Siria e Iraq, han sido la causa de varios importantes choques entre esos tres países. Ambos ríos nacen en Turquía, cuya posición oficial es El agua es tan nuestra como el petróleo de Iraq es de Iraq".

La guerra entre israelíes y palestinos es en cierta medida una guerra por el agua. El motivo de contienda es el río Jordán, usado por Israel, Jordania, Siria, Líbano y Cisjordania. La agricultura a escala industrial de Israel requiere agua de ese río así como de las aguas subterráneas de Cisjordania. En lugar de reconocer que la pisada ecológica de la globalización está aplastando a tierras y a pueblos, la nueva élite desarraigada cultural e intelectualmente sostiene que hay exceso de población. Y se llega a hablar de los recursos naturales como una desventaja comparativa.

Sin embargo, es precisamente la liberalización del comercio la que está permitiendo a las corporaciones invadir el espacio ecológico de las comunidades locales, lo que desencadena conflictos. Para las comunidades locales los recursos naturales como la tierra y el agua tienen claramente valor. Negar valor a las fuentes de esos recursos es negar derechos fundamentales y los usos prioritarios de las tierras y el agua.

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